Los viernes a la mañana nos juntamos a traducir. Conversamos, tomamos té, giramos alrededor del mismo texto, de la misma frase, a veces muchas veces, otras pocas; empezamos a caer en la red de la lengua, que produce risas y frustraciones donde desde afuera no se verían más que disquisiciones técnicas.
Lara Segade está trayendo, desde hace unos meses, poemas de Ted Hughes. Los traduce y los trabaja con amor y minuciosidad, y en el taller unimos voces y fuerzas para llegar a las versiones más satisfactorias. No son fáciles estos "poemas de animales" que está traduciendo Lara; pero a medida que nos vamos sumergiendo en los sentidos cruzados y los sonidos ríspidos de Ted Hughes todos sentimos un poco más de seguridad cuando murmuramos una sugerencia un poco audaz.
Este último viernes el "poema de los ciervos", que nos ocupaba hace algunas semanas, pareció finalmente encontrar un lugar donde ubicarse con cierta firmeza en nuestro idioma. Nos gustó mucho cómo quedó, por eso le pedí permiso a Lara para ponerlo acá en el blog. (Las notas de la foto son mías: las de Lara son mucho más prolijas).
Ciervos
En la luz sucia del 
alba, en la mayor nevada del año
dos ciervos negriazules 
de pie en la ruta, alertados.
Se metieron en mi 
dimensión 
justo cuando yo 
llegaba.
Plantaron sus dos o tres 
años de ciervitud secreta
nítidos en el cristal 
nevado de lo anormal
y dudaron camino a la 
desintegración 
y me miraron fijo. Y así 
durante largos segundos
pude creer que los 
ciervos estaban esperando 
que recordara la 
contraseña e indicara 
que por un momento se 
había corrido el velo 
y que ahí donde los 
árboles ya no eran árboles, ni la ruta una ruta
los ciervos habían 
venido a buscarme. 
Se sumergieron luego en 
los arbustos, y montaron sus piernas estiradas 
cuesta abajo por el 
campo solitario de nieve
hacia la oscuridad 
arbolada – finalmente 
como girando y flotando 
y echando a volar
entre el hervor de los 
grandes copos.
La nieve se los llevó 
junto a sus huellas cercanas. 
Corrigió su inspiración 
del alba
y volvió a lo de 
siempre. 
Ted Hughes
 
 
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