28 de octubre de 2011

Apareció la aparición

Me dio miedito cuando lo traducía y me lo vuelve a dar ahora al releerlo. De este libro de Robert Aickman que acaba de publicar Edhasa yo sólo traduje un cuento, que es justamente el que da título al libro. Los otros 8 los tradujo Agustín Pico Estrada, y el prólogo y la selección los hizo Matías Serra Bradford, experto avistador de rarae aves literarias.
Para mí está buenísimo. No es sólo que Aickman escriba "de miedo": es la extrañeza formal, me parece, lo que remueve la tierra y fertiliza ese suelo de inquietud sobre el que se apoyan sus relatos.
Copio un parrafito que para mí está entre las cumbres de "mi" cuento, y que no es demasiado "spoiler":


"Día tras día, noche tras noche, me quedaba tendido durante horas en la gran cama de mi madre, con la cabeza entre sus pechos y la lengua suavemente extendida, como en la primera infancia. El cuarto estaba perfumado, la cama estaba perfumada, su camisón estaba perfumado, ella estaba perfumada. Para un niño, esto delineaba la idea de Paraíso. ¿Quién quiere cualquier otro? El cuerpo de mi madre, además de ser tan moreno, era más suave, en toda su extensión, que el de ninguna otra persona, y más dulce que lo físico y efímero, diferente y totalmente superior. Su cabello oscuro y abundante, con perfume propio, caía sobre mí, como en Oriente".

No hay comentarios: