Me gustó mucho esto:
"No hay que despreciar los juegos de palabras. Los peores son para los mejores amigos. Es el precio inefable de la intimidad".
Igual no sé; así sacado de contexto... Pero me llevó a todos esos felices momentos de risa casi imbécil y cómplice con ciertos amigos, con quienes nos unieron, sobre todo, los peores juegos de palabras.
*El señor niño se llama Simón y es mi nieto guatemalteco.
4 comentarios:
En el micro que regresaba de la excursión a La Cumbresita y mientras el conductor nos atormentaba con Cacho Castaña desgañitando tangos, Mica no paraba de hacer juegos de palabras y yo ahogaba las carcajadas y le repetía: "Mirá que si te reís mucho, después llorás".
Claudio estaba harto y no entendía esas explosiones de risa con "idiotol más idiotina" (que es lo que dice tomar Mica cuando está inspirada en esa sintonía). Yo le contaba que una dupla similar formábamos con mi amiga Laura W., con quien nos hemos reído tanto.
así es. qué dupla para la risa lingüística, nena!
Juan hace los peores chistes del mundo y me dice "no se lo cuentes a nadie".
Yo, por supuesto, le soy muy leal.
O bueno, no si es lealtad o instinto de supervivencia. Quién quedarí peor? Él que los hace o yo que se los festejo?
no, pero si te hace reir, se justifica el cómplica silencio...
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