18 de septiembre de 2013

Mecánica de preparación de un fuego

Madonna santa, lean este párrafo de Spaesamento, la segunda novela del italiano Giorgio Vasta. 
Lo traduje io.


“(...) el pánico natural que asedia la vida de los cuaren-cincuentones que se han corrido de la vida regulada y regular de las generaciones precedentes para concentrarse en el presente dándolo por ilimitado, un lugar reversible y palíndromo, y que en un cierto punto han sido arrinconados por una fisiología cada vez más angustiosa, no solamente los brazos disueltos y las células acumuladas sino el primer disgregarse de todos esos mecanismos hasta entonces silenciosamente implícitos que de pronto empiezan a fallar y a agrumarse manifestándose periódicamente resentimientos musculoesqueléticos, en particular en la región lumbosacra, y en puntadas y espasmos e impiadosos reflujos esofágicos y en supuestas isquemias y en una arritmia cardíaca que te para en seco y te perla la frente hasta que la alarma se atenúa y se intenta volver de a poco a las acciones normales diciéndose –con un gusto a cenizas en la boca– que no era nada, no era nada.
   El pánico de la mujer cosmética también es el mío, porque mío es el miedo cotidiano al tiempo estéril, al cuerpo que se refriega contra sí mismo; los órganos internos se refriegan, los huesos se refriegan, el cuerpo envejece y envejecer es este refregarse continuo, esta mecánica de preparación de un fuego, pero mi cuerpo es una piedra mojada, es ramitas que se quiebran, el tiempo que pasa sin fricción, sin chispa”.

9 de septiembre de 2013

El perfecto programa para el sábado a la tarde


Especialmente para mí: no tengo que buscar con quién dejar a los chicos.

4 de septiembre de 2013

Miren lo que tengo


Esto convertido al castellano.

2 de septiembre de 2013

Manifiesto de la vieja chota


Lo que digo es que a pesar de la actual hipersociabilización de la poesía, yo para escribir o para leer un poema tengo que estar sola; sola conmigo misma al menos, con la mente resguardada entre cuatro paredes (un atelier mental como el de Giacometti, acá a la derecha). Y aun así a veces falla (casi la mayoría): tiene que haber esa disposición que surge de qué sé yo dónde. La poesía está siempre conmigo pero no siempre está en la primera capa; y no puedo hacerla surgir con un salta violeta. Es de mis actos más íntimos: deshacerme en un poema de otro es casi casi como.
Por eso cuando voy a lecturas de poesía, y son a medianoche y tocan bandas entre lector y lector, y hay el frú-frú del roce y el blá-blá y el descorche, la verdad es que, si me toca leer, no sé del todo lo que estoy diciendo. Y cuando escucho a otros, no sé del todo qué estoy escuchando. Lo cual no quiere decir que de ahí no surjan chispas, alguna que otra flecha que se hunde en el agua, toca el fondo, deja como una estela. 
Perdón, entonces, si me ven dispersa o si falto a la cita. Yo trato de actuar de acuerdo a la época. Pero no siempre me sale.