Madonna santa, lean este párrafo de Spaesamento, la segunda novela del italiano Giorgio Vasta.
Lo traduje io.
“(...) el pánico natural que asedia la vida
de los cuaren-cincuentones que se han corrido de la vida regulada y regular de
las generaciones precedentes para concentrarse en el presente dándolo por
ilimitado, un lugar reversible y palíndromo, y que en un cierto punto han sido
arrinconados por una fisiología cada vez más angustiosa, no solamente los
brazos disueltos y las células acumuladas sino el primer disgregarse de todos
esos mecanismos hasta entonces silenciosamente implícitos que de pronto
empiezan a fallar y a agrumarse manifestándose periódicamente resentimientos
musculoesqueléticos, en particular en la región lumbosacra, y en puntadas y
espasmos e impiadosos reflujos esofágicos y en supuestas isquemias y en una
arritmia cardíaca que te para en seco y te perla la frente hasta que la alarma
se atenúa y se intenta volver de a poco a las acciones normales diciéndose –con
un gusto a cenizas en la boca– que no era nada, no era nada.
El
pánico de la mujer cosmética también es el mío, porque mío es el miedo
cotidiano al tiempo estéril, al cuerpo que se refriega contra sí mismo; los
órganos internos se refriegan, los huesos se refriegan, el cuerpo envejece y
envejecer es este refregarse continuo, esta mecánica de preparación de un
fuego, pero mi cuerpo es una piedra mojada, es ramitas que se quiebran, el
tiempo que pasa sin fricción, sin chispa”.