10 de septiembre de 2012
Cholulectura
La primera vez que leí a Fabio Morábito fue de unas fotocopias, o tal vez no exactamente, pero tengo la sensación de que eran cosas sueltas -- algo online, puede ser. Me pareció que me hablaba sólo a mí y yo ni sabía bien quién era; lo encontré por casualidad. Entonces procedí a poner varias líneas de un poema suyo en uno mío; entre comillas me pareció suficiente, se ve, porque no aclaré en ningún lado a quién citaba.
Más tarde supe y leí más de Morábito y además maduré un poco y me di cuenta del casi-afano que había cometido. Conseguí su mail y confesé, y le pedí disculpas, y cuando el poema volvió a publicarse, en una antología, tuve la decencia de agregarle un asterisco y explicar a quién pertenecían esos versos entrecomillados.
Después lo conocí en persona y otra vez con las disculpas. Creo que lo harté.
El domingo que viene comparto con él mesa de lectura. Imagínense.
También con Samira Negrouche, a quien no conozco pero tengo muchas ganas de conocer. A ella no le robé nada, pero ya se presentará la ocasión.
No sé si leer el poema con los versos entrecomillados; es viejito. ¿Como una gracia, tal vez? O como un "gracias".
Seguro voy a leer otra apropiación: algunas traducciones de James Schuyler, ya que pronto va a salir el libro por Gog y Magog.
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